Biography

Esta risueña madrileña es muy, muy especial. Su cara y sus gafitas hacen pensar en el estereotipo de la única chica en la pandilla de frikis roleros melenudos y acneicos que dedican las tardes al Warhammer y escuchar a Blind Guardian, la única fémina del grupo y la protagonista de las fantasías más inconfesables de sus amigos, y en realidad su apodo y la procedencia del mismo nos indica que no vamos del todo desencaminados: Zenda es una deformación del Zelda, el nombre de la princesa que aparecía en los juegos de la franquicia de videojuegos de rol The Legend of Zelda que Nintendo inauguró en 1986. Su preferido, eso sí, admite que es Zelda: Ocarina of Time.

En cuanto al follaje, que es lo que nos interesa, todo empezó como muchas otras cosas han comenzado en el porno español: con una llamada de Torbe. Por lo visto al principio la idea era que Zenda y su por entonces novio realizasen una escena para Parejitas en Putalocura, pero a la hora de la verdad al chaval le pudo la presión y su rabo no respondió a la llamada. Así que con el morro supremo que le caracteriza, el pornógrafo bilbaíno entonó su famoso grito de la cerda para convencer a Zenda y que debutase con él. Dicho y hecho: el trato dejó fuera al pobre novio, la escena se movió a Pilladas y la pelirroja de las gafas cabalgó a Torbe como lo haría Link en su corcel. El papel de teen le encajaba como un guante a sus 19 añitos, y su cuerpazo natural y muy voluptuoso remataban la jugada perfecta.

La experiencia del porno le pareció tan gratificante («follo y me pagan», celebraba en una entrevista) que decidió hacer de aquello su profesión. Al fin y al cabo llevaba años dando tumbos por el mundo laboral como niñera, guardarropía, camarera o limpiadora, y aquel parecía el trabajo que mejor se le daba y más disfrutaba. Así que Zenda cogió el toro por los cuernos y en la actualidad es una starlet bastante conocida en el panorama nacional, aunque le queda pendiente desarrollar un poco más su proyección fuera de nuestras fronteras (ha grabado algunas veces con Kink, ese podría ser el camino) y quién sabe si quizá, algún día, atreverse con el sexo anal.